Un buen entrenador es flexible, no adopta soluciones precipitadas, no se precipita juzgando, tiene una mentalidad abierta y se centra en pequeñas metas. Busca la mejora del otro pero no la perfección. Guía pero no impone. Da tiempo para que el paciente asimile información y haga cambios paulatinamente.

En la vida laboral y personal las personas a veces necesitan ese “empujón positivo” para salir de la zona de confort y mejorar su vida. Eso les hace más felices. Asumen riesgos, se conocen más, potencian su mejor versión y contagian su estado de ánimo por donde van.

Las personas que saben ser, estar y hacer, suelen ser personas queridas y respetadas, son personas esperanza o personas música, porque por donde van contagian sus emociones positivas y mejoran el ánimo de otros e incluso su salud física.

[cc_blockquote_left]Somos lo que pensamos y sentimos.[/cc_blockquote_left]