Es saludable no coleccionar pensamientos ajenos y tener ideas propias tras escuchar a expertos y tras unas buenas lecturas. No sirve el corta y pega. Es necesario pensar lo que se escribe y dar tu toque creativo. No abandonar un proyecto también es importante. No molestar con quejas a todas horas. Ayudar a la gente pero primero ayudarte a ti mismo, concederte tiempo, espacio, leer, relajarte y saber decir no.
No autolimitarte como hacen muchos adultos llenos de prejuicios. Es sano de vez en cuando sacar el niño grande que tenemos todos dentro. Las normas estrictas asfixian y acaban provocando ansiedad. Precisamos del silencio, de la voluntad y de la apertura mental. Si tienes que ir al cardiólogo vas, porque quieres cuidar tu corazón y si has de cuidar tu mente y tus emociones es saludable ir al psicólogo, así como si quieres conocerte y potenciarte.
Es sano no padecer envidia. La gente envidiosa se compara y no vive feliz, está angustiada por lo que hacen los otros o por si triunfan más que él.
Es sano rodearse de gente que propicia emociones positivas y regalan alegría donde van. Suelen reforzar y saber premiar con un halago cuando lo sienten desde dentro.
No es sano el “rol de enfermo” y estar encantado de ir contando tus males por todas partes. Eso significa que has de pedir ayuda al experto y no vomitar todo ante cualquiera.
Es sano usar expresiones como “Por favor”, “Gracias”, ”Lo siento”, ”Cuenta conmigo” y “Te quiero”. Facilitan las relaciones y un buen trato.
La cortesía, el tacto y el buen humor los aconsejo en cualquier momento del día para favorecer la llamada vitamina F: Felicidad.