La felicidad y la infelicidad no son algo frívolo: tienen impacto en nuestra salud mental y física. Ser feliz no es un estado… Es una decisión diaria y tiene mucho que ver con dar y recibir. La felicidad ha de ser con uno mismo y con las relaciones: somos la media de las personas con las que estamos diariamente y podemos contagiarnos de sus emociones positivas y también de las negativas. Cuando entreno emocionalmente en consulta a las personas para que sean más felices les preparo ejercicios individualizados para que los puedan hacer en su casa y que les generen bienestar y aprendizaje…así como desaprender lo que tenían mal aprendido. La felicidad no es un don sino un arte que requiere voluntad y práctica. Las personas felices son cálidas, risueñas, de corazón bondadoso, hablan sin herir y poseen una mente flexible. Las personas más felices que he conocido se quieren, saben “decir no” sin sentirse culpables pero también saben poner sus virtudes y sus fortalezas al servicio de la Humanidad. Ser feliz es muy saludable.
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